Cuando Sarah Polley se refugió en el inmenso abrazo del altísimo Tim Robbins, él se comprometió a aprender a nadar para salvarse juntos: ¿ puede haber una prueba de amor más sincera que esa ?
El paternal gesto de Robbins me atrapó desde la primera vez que lo ví y las sucesivas, y, sin haber pasado por las desdichas del personaje de Polley, algo me hizo sentir identificada con ella y a salvo de todo entre los brazos de él.
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